Serenísima: ¿iré al Cielo?
Jili Poleli y Pekatoris han quedado en el Frikis Coffee, en Port Pi, para hacer #LaHoradelHelado y una Consulta de las Cartas.
No se que está pasando, dice Jili Poleli, están cayendo las consultas sobre el amor ¿estará desapareciendo al igual que el sexo, que ya no vemos en el mundo?, y además, Pekatoris, ¿no te estás equivocando de dirección? ¿no te convendría más ir abajo que ir arriba?. La respuesta a tu pregunta da igual cual sea, tanto si dice sí como si dice no te permite seguir follando libremente, aunque a estas alturas esto me parece más un milagro que un pecado. No tiene sentido hacer las Cartas. Ya las haremos cuando tengas una pregunta coherente.
Grassaiani, presente en el encuentro, dice, yo no tuve más remedio que reciclarme. Con el sexo ordinario corría el riego de homicidio por aplastamiento y además mi barriga casi me impide llegarme allí. Afortunadamente descubrí el Handsex; las manos tienen una gran sensibilidad al tacto, el sentido por excelencia para el sexo. Practico, digamos, dos técnicas; a una la llamo Tapping, se trata de dar palmadas o golpes, con la intensidad que se desea, mientras el paciente recita, como una oración, lo que quiere conseguir, anular o evitar. A la segunda técnica le pongo diferentes nombres según convenga: tantra, masajes estimulantes, masajes placenteros... y llego hasta donde el paciente no lo considera pecado... y encima no les importa mi físico. No olvidemos que el dildo se inventó y se utlizaba como terapia. Para ganar algún dinerín y dar más amplitud a mi actividad voy a vender arneses varios para sujetar consoladores, que hago yo, eso sí, con productos naturales.
Yo siempre pensé, replica Pekatoris, que morbo y sexo iban unidos; en tu caso, Grassaiani, la cosa es asi, pero no lo parece ser para tus pacientes que te visitan como quien va a un abogado.
Inocente Pekatoris, replica Jili Poleli, muchas denominaciones y conceptos son como templos lo suficientemente grandes para que cada uno encuentre un lugar en donde se sienta cómodo y no entre en conflictos ni con uno mismo ni con los demás. Cuando no funciona, pues se cambia la nomenclatura o el concepto. Como nos dice Grassaiani, se le llama tapping, tantra, masaje prostático o lo que venga bien.
Mi abuela, dice Pekatoris, en las iglesias, sin saberlo, practicaba el sacrilegio de la idolatría a las imágenes.