Siempre había pensado que poner dinero a los juegos de azar era perderlo a no ser que tuvieses una suerte más que improbable y que como decía un amigo " esto le toca a otro".
Quiso el azar que, coincidiendo en una convención de empresa de una franquicia, conociese al participante de más edad, yo era el más joven, era un norteamericano, al que llamaré Jack ya que no recuerdo su nombre, que se había hecho multimillonario desde la nada. Aquel hombre, llamarlo señor sería rebajarlo, debía tener como todos nosotros sus defectos, pero en su caso debo decir que los tenía muy ocultos. De una inteligencia fuera de lo común era de trato exquisito. Al saber que había acudido solo, él también, me pidió que si quería lo acompañase cada noche a cenar, junto con otros participantes conocidos suyos, entre ellos Bill el dueño de la empresa que nos reunía y que lo había traído en su jet privado.
De esta manera conocí los mejores restaurantes de Bruselas. Jack cada noche pagó la cena de todos, no puedo decir si es que era generoso o que el dinero no parecía importarle, es fácil que no te importe cuando te sobra, pero todos hemos conocido tacaños ricos, no era su caso. No llegué tampoco a saber como pagaba, pues cuando los demás comensales pedíamos la cuenta con la intención de quedar bien, resultaba que ya estaba pagada y allí nadie había movido un dedo. Nunca supimos el importe de la factura que debía de ser cuantiosa.
A Jack le gustaba hablar conmigo, le debía llamar la atención que fuese el más joven con bastante diferencia del resto y que fuese extranjero. Le gustaba especialmente oir sobre las costumbres de mi tierra y mis experiencias. Me contó a que se había dedicado en su vida, como se había montado en el dólar y cuales eran sus negocios en el momento. Ya estaba prácticamente retirado y sus negocios los llevaban sus hijos aunque no le dejaban retirarse del todo pues continuamente le pedían colaboración. Era el primer cliente de la empresa con la que estabamos, él solo representaba más volumen que todos los demás reunidos y había acudido a la convención completamente invitado a todo. Menos, por supuesto a la cenas a las que yo era invitado.
A lo que vamos. Resultó que era aficionado al juego con dinero, juegos como entretenimiento le aburrían. Me quedé muy sorprendido, mi opinión sobre los jugadores con dinero era más que negativa, todos los casos que conocía eran desastres económicos, gentes que parecían haber perdido el control de si mismos, y encima me dice que él era jugador ganando. Al comentarle que creo era Aristóteles que decía que lo peor del juego era perder el tiempo me replicó jugadores de cartasque normalmente gastamos el tiempo en cosas bastante más tontas y que el juego con dinero además de ser muy emocionante te hace desarrollar habilidades y en su caso encima jugaba con ganancias.
¿ Y cúal es el secreto o el método para jugar ganando ? pregunté. " tener la cabeza fría, los perdedores la tienen caliente y sobre ellos ganas" contestó. " Una vez estudiado el juego y sus posibilidades decides cuanto apuestas y retiras siempre los beneficios y sigues jugando tu misma apuesta, no debes apostas más porque ganes pues así lo pierdes todo. ¿ Cúanto apostar ? Siempre una cantidad que no te importe perder, como si estuvieses pagando cualquier otro entretenimiento, fijarla de antemano y retirarte si has perdido. Otro día tendrás más suerte y te recuperarás. Y hasta puede que acabes pillando un premio grande y tengas en mano una cantidad que de otra forma nunca tendrías. Jugar inteligente es como una inversión de riesgo, aunque bastante más divertida. Cuenta también el factor emocional: si estás apostando y hay un premio millonario, te conviertes en millonario potencial y para la mayoría de las personas es prácticamente la única forma de ser millonario. Yo lo he conseguido con mi esfuerzo, prácticamente toda persona desea ser rica, pero pocos son los que están dispuestos a dar lo que hace falta para hacer fortuna"
Nunca más he vuelto a saber de Jack y dado el tiempo transcurrido desde nuestro encuentro es más que probable que ya no esté entre nosotros. Desde donde esté, si es que está en alguna parte, verá como hoy lo he recordado al cabo de los años y además mientras escribía el artículo me ha dado la extraña sensación de tenerlo cerca.
El jugador de Bingo
Este es un caso real de la aplicación del principio de Jack. El dueño de una pequeña casa de comidas en la que él es todo, desde propietario-director general a señora de la limpieza. Los lunes no abre, es su día libre y su pasión ese día es jugar al bingo. Tiene estudiadas las horas con los mayores premios. Pasa el rato y gasta 60 € . Si saca beneficios se los lleva. Nunca deja más que 60 €.
Él lo explica así: "me paso la tarde en algo que me divierte y me encanta, conozco gente y yendo mal del todo me gasto lo mismo que otro en una cena y unas copas o de putas. Cuando gano un premio grande lo invierto en una mejora en el negocio. He sacado la cuenta y de punta a punta del año salgo ganando"
Con una Peña de Póker puedes ganar e incluso dedicarte profesionalmente. Entra aquí